Izquierda liberal e izquierda libertaria
- Efrain Delgadillo

- 16 dic 2024
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A despecho del régimen autoritario que hoy se instala en México, la supresión de las libertades personales en nombre del pueblo no constituye la única vía para la izquierda. Por más que se ignore la realidad, la autoritaria no constituye la única izquierda que existe. También existen la izquierda liberal y la izquierda libertaria. En contraste con las corrientes autoritaria y totalitaria, la liberal y la libertaria acogen el pluralismo como engranes esenciales de la sociedad y la condición humanas. Y el pluralismo es lo contrario de la uniformidad. Quien admite el pluralismo, admite que todos somos diferentes, aunque seamos iguales. Y quien admite que la diferencia nos constituye, admite que la imposición comprende una injusticia. De tal suerte que, si no ha borrado a la justicia de sus propósitos, se ejercita en la estrategia de la negociación y el acuerdo; renuncia a la tentación de exigir que el otro sea como él y cultiva la forma más difícil del respeto, a saber: no solo permitir, sino celebrar que el otro florezca en el pleno ejercicio de su libertad personal. Hay, pues, una izquierda liberal y una izquierda libertaria. En contraste con las corrientes autoritarias y totalitarias de la izquierda, ambas coinciden en aceptar el pluralismo como la esencia de la sociedad humana. Pero entre ellas difieren. Mientras que la izquierda liberal se atiene a las formas y fórmulas del régimen representativo, la izquierda libertaria se permite ir más allá de los límites señalados por ese régimen político. Puesto de otra manera: la izquierda libertaria se distingue por su vocación de trascender los límites del sistema representativo. En forma instintiva tiende a resaltar los defectos de este sistema, pero a ocultar sus bondades. Por el contrario, la izquierda liberal tiende a resaltar sus bondades, pero a ocultar sus defectos.
Congruente con su aprecio por el régimen representativo, la izquierda liberal muestra una vocación más clara de poder que la libertaria. No que ésta no pretenda el poder, sino que lo pretende con menor claridad o, en todo caso, no aspira a ejercerlo desde los órganos del Estado. Pero se trata de una postura que se puede adoptar sin incurrir en la ingenuidad anarquista de una paz y un orden sin Estado. Se explica, por otra parte, que abunden los anarquistas que no limitan el caos a su parte creativa. Así no se den cuenta, el resentimiento con su anhelo de destrucción los mantiene secuestrados. De la misma forma que la izquierda libertaria, la izquierda liberal no limita su área de influencia a los órganos ideológicos del Estado. Ambas comprenden que, salvo en un régimen autoritario o totalitario, el Estado no se constituye como la única fuente generadora de ideología. Más aún: comprenden que, en una sociedad libre, el Estado no genera ideología o por lo menos cabe exigirle que no la genere.




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