la izquierda a debate
- Efrain Delgadillo
- 4 nov 2024
- 2 Min. de lectura
Claudia Sheinbaum atina en convocar a debatir la izquierda política. Y, porque atina, le tomo la palabra. Ya ubiquemos su nacimiento en la Revolución Francesa o, a la vista de la lucha de los plebeyos contra los patricios, en la Antigua Roma, la izquierda surgió para buscar una sociedad más equitativa y eliminar la discriminación en cualquiera de sus modalidades. No se trató de un discurso revelador y bien articulado que organizara a las masas pobres y discriminadas contra las elites ricas que se consideran iguales entre ellas, sino de un conjunto de acciones políticas instintivas que, al menos en principio, han tenido en común esos dos propósitos: construir una sociedad más equitativa y eliminar la discriminación en cualquiera de sus modalidades. Sin embargo, se impone admitir que, como la derecha, la izquierda compone un flanco plural, diverso y cambiante. Lo mismo puede ser totalitaria que liberal, autoritaria o libertaria, despótica o democrática. Por razones de espacio, en esta primera entrega me limitaré a decir algo sobre la totalitaria y la autoritaria.
Tanto la vía totalitaria como la autoritaria no admiten el debate con la disidencia y anulan el pensamiento crítico, no se diga el autocrítico. Entre sus rasgos comunes sobresalen el culto a la personalidad y la concentración del poder justo en esa persona, colocada en el asiento de Dios a la luz de su rentabilidad política. No obstante, tanto el totalitarismo como el autoritarismo pueden llegar a despersonalizar o institucionalizar el poder del caudillo. Pero lo consigan despersonalizar o no, instalan una maquinaria política piramidal, con su correspondiente jerarquía corrupta y patrimonialista. En el caso del totalitarismo, con la vigilancia policial y el uso de la violencia física como medios de control político preferidos. En Venezuela, Cuba y Nicaragua, por ejemplo, se encarcela y asesina por razones políticas en forma tan cotidiana, que parece tratarse de una práctica que otorga placer a quienes la perpetran. Se trata de otra característica que la izquierda comparte con la derecha en sus variedades totalitarias. Poco importa que convertir la vigilancia policial y el uso de la violencia física en los medios principales de control político anule la política y establezca, en su lugar; la guerra; de derecha o de izquierda, el totalitarismo vive de la guerra interior y/o exterior. Lo suyo son los aparatos policiacos y militares, no el diálogo, el entendimiento y el acuerdo políticos. Lo mismo desde el gobierno que desde la acción social, en suma, el totalitarismo y el autoritarismo comparten el propósito de acabar con los adversarios y la disidencia, pero el totalitarismo se vale de la policía y la violencia física como norma y el autoritarismo como excepción -creciente, si deriva hacia el totalitarismo; decreciente, si evoluciona hacia la democracia.
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