La Plaza de Toros es una Plaza Pública.
- Efrain Delgadillo
- 26 mar
- 2 Min. de lectura
El símbolo podrido de la modernidad es el fin de la comunidad. Las plazas públicas fueron el sitio donde nos encontrábamos los del pueblo nos veíamos como iguales, de esas plazas nace la Plaza de Toros. Ahora la modernidad nos llena de otras plazas: Las comerciales. Ahí nos vemos todos con las diferencias sociales, distintos, lejanos, consumistas.
Existe una tentación terrible en la actualidad, la de lo Políticamente Correcto. Esta tentación de los faltos de personalidad propia. De los que quieren hacer manada, bola. Esto nos llevó a un acto de barbarie: Proponer el fin de las Corridas de Toros en la CDMX tal como las conocemos ahora.
Decir que es herencia hispana es ignorancia pura. Los toros son anteriores a España. En el corazón mismo de la tierra ibera se encuentran las cavernas de Altamira que con más de 25 mil años nos muestran al toro como ese animal mítico al que se debe vencer porque se le venera.
Así lo hizo Teseo hijo de Egeo cuando enfrenta a minotauro, pasando en un laberinto se encuentra con ese ser mitad bestia, mitad humano. Esa la dualidad lo que hace de la batalla entre hombre y bestia el arte más primitivo, el más puro: debo vencer para garantizar mi subsistencia. Pero no quiero vencerte a cualquier precio, lo haré con la condición de arriesgar mi vida.
En México no existieron Hércules y Teseos, hubo lo que este gobierno dice representar: La gente común, fue el pueblo quien elevó a grado de héroes a los iguales. Los toreros en México fueron aclamados mucho antes que los boxeadores y futbolistas.
El toro como parte de la naturaleza es sagrado. El Torero puede matar un toro con la condición de arriesgar su propia vida. En la Plaza de Toros nos encontramos como humanos. Sin hipocresías recordamos que hemos subsistido por que hemos vencido a los animales, sobrevivimos porque dominamos la naturaleza. También nos encontramos entendiendo que si muere el medio ambiente morimos nosotros.
Cuando el Toro llega a la plaza y entra al ruedo lo hace con prisa, peligrosamente inquieto, mortalmente fiero. Embiste con la certeza que puede vencer al torero. Quizá el Toro entiende que es un sacrificio final para salvar a su especie y los miembros de su habitad, si el toro no llega a la plaza sus consanguíneos mueren.
La ganadería de reses bravas es la culminación de una nueva modelo de relación con la naturaleza. Podemos seguir sobreviviendo a costa de la naturaleza (incluidos los animales) si preservamos su medio ambiente.
Así tenemos aserraderos sustentables, ganaderías sustentables, productos orgánicos y toros de lidia.
Los malamente llamados “animalistas” quieren estar en lo políticamente correcto, hacer de los animales los nuevos ciudadanos. Con la propuesta de eliminar las corridas de toros se sigue en el camino de desaparecer las plazas públicas, para dar paso a las plazas comerciales donde todos somos un consumidor más.
La relación trágica del torero y toro es superada por la relación del culto a la ciudad, más edificios, menos naturaleza, con animales en casa y gente muriendo de tristeza frente a su computadora. La opción es salir a la calle de esta Ciudad de México donde no se respeta ni la Ley de la Selva.
Efraín Delgadillo Mejía
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