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La triple tragedia de una profesora

  • Foto del escritor: Onel Ortíz Fragoso
    Onel Ortíz Fragoso
  • 28 jul
  • 2 Min. de lectura

La historia de Irma Hernández Cruz, profesora jubilada de Veracruz, no solo conmociona por su brutal desenlace, sino que sintetiza con dolorosa claridad tres tragedias que atraviesan la vida pública mexicana: el abandono a nuestros adultos mayores, la impunidad del crimen organizado y la indiferencia institucional ante la barbarie.


La primera tragedia —y quizás la más silenciosa— es que una maestra con décadas de servicio al país se viera obligada a manejar un taxi para completar su ingreso. Esa realidad no es excepcional. Miles de profesores, obreros, burócratas y campesinos en México enfrentan la vejez con pensiones miserables, consecuencia directa de las reformas que privatizaron el sistema de pensiones, convirtieron la vejez en un mercado y al jubilado en una carga.


Irma, como tantas otras mujeres en este país, trabajó toda su vida para terminar luchando no contra el tiempo, sino contra la extorsión, el miedo y el crimen. El 18 de julio de 2025 fue secuestrada mientras manejaba su taxi en Álamo Temapache. Días después, un video circuló en redes sociales: arrodillada, humillada, rodeada de hombres armados, Irma leía un mensaje dirigido a sus compañeros taxistas, instándolos a pagar el llamado “derecho de piso”. El mensaje era claro: quien no paga, muere. El 24 de julio, su cuerpo apareció en la comunidad de Tepetzintlilla.


La segunda tragedia es la persistencia del cobro de piso, una modalidad de extorsión que se ha expandido como plaga por buena parte del país. A pesar de los anuncios recientes del gobierno federal sobre estrategias contra la extorsión, la realidad es que estos delitos no solo persisten, sino que se han normalizado. Irma no fue asesinada solamente por un grupo criminal, sino por un Estado que no ha podido, o no ha querido, garantizar condiciones mínimas de seguridad y justicia. Tres presuntos responsables han sido detenidos, pero la estructura que permitió su actuar sigue intacta.


La tercera tragedia es la reacción institucional. Claudia Sheinbaum, presidenta de México, lamentó lo sucedido y pidió esclarecer los hechos. Palabras bien intencionadas, sí, pero profundamente insuficientes ante un acto de terror que exige una respuesta del más alto nivel. No bastan comunicados. Se requiere una política integral contra la extorsión que castigue a quienes amenazan, pero también que dignifique las condiciones laborales y sociales de quienes, como Irma, siguen trabajando hasta el último aliento.


Irma Hernández Cruz no es solo una víctima; es un símbolo del fracaso múltiple de un país que no supo protegerla ni cuando enseñaba en un aula ni cuando manejaba un taxi para sobrevivir. Su muerte debe dolernos, indignarnos, movilizarnos. Porque no se puede construir una nación justa sobre las rodillas ensangrentadas de una maestra. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.



@onelortiz

 
 
 

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