Los viene viene: criminalizar la pobreza no es gobernar
- Onel Ortíz Fragoso
- 23 jun
- 2 Min. de lectura
Todos hemos tenido alguna vez un incidente incómodo con un “viene viene” gandalla. El típico personaje que se adueña de la calle como si fuera de su propiedad y que, con tono amenazante o falsa cortesía, pretende que le des dinero por permitirte estacionar el auto. El problema es real, complejo y molesto: se trata de una forma de extorsión cotidiana que en algunos casos raya en el cobro de piso. Si te niegas a pagar, a tu regreso puedes encontrar un rayón en la cajuela o una llanta ponchada.
Frente a esto, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, ha anunciado que enviará una iniciativa para que estas conductas se castiguen con un arresto inconmutable de 36 horas. Es decir: cárcel directa, sin opción a pagar multa ni hacer trabajo comunitario. Una decisión, hay que decirlo con todas sus letras, profundamente errada.
¿De verdad creemos que castigar con cárcel a quien se gana la vida informalmente va a resolver el problema? Lo que necesita la ciudad no es endurecer el Código Cívico, sino repensar sus políticas laborales, de ordenamiento territorial y de economía informal. El “viene viene” no existe por vocación delictiva, sino como una expresión más de la precariedad que atraviesa a millones de trabajadores excluidos del empleo formal.
Criminalizar la pobreza no es gobernar. Quien aparte lugares con botes o ejerza intimidación debe ser sancionado, sí, pero con medidas proporcionales, educativas, que reorienten la conducta y que no terminen llenando los juzgados cívicos de personas que lo único que buscan es sobrevivir.
Además, el anuncio de Brugada tiene un tufo populista: aparentar mano dura sin resolver las causas estructurales del fenómeno. Es más sencillo dictar arrestos que diseñar una estrategia de inclusión laboral. Es más mediático castigar que prevenir. Pero eso no es política pública: es reacción.
El gobierno de la Ciudad de México necesita creatividad, no castigos. ¿Por qué no pensar en un programa piloto de regularización, capacitación y reubicación laboral para quienes se dedican a estas actividades? ¿Por qué no implementar zonas de estacionamiento vigilado con esquemas cooperativos de trabajo?
El espacio público se cuida con presencia institucional, no con ausencia de sensibilidad. Ojalá que Clara Brugada escuche, rectifique y no se convierta en una gobernante que, por castigar al “viene viene”, termina castigando al pueblo que dice representar. Eso pienso yo, usted qué opina. La política es de bronce.
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